viernes, 6 de noviembre de 2015

Cuento (Andrea Lòpez)

La bruja
Todas las mañanas, camino a la escuela Beatriz y Rafaela pasaban por casa de Sonia, una señora a la que todos apodaban “la bruja”. Pese a que sus madres les habían dicho mil veces que no se acercaran a la casa de la bruja, una tarde Beatriz no pudo más con la curiosidad y quiso saber quién era esa misteriosa señora. Y decidió decirle a Rafaela lo que pasaba y Rafaela acepto ir con Beatriz a la casa de la “bruja” y ella dijo: vamos no hay que perder el tiempo.
Ellas la encontraron de espalda enormísima, se encontraba juntando leña, Beatriz susurrando dijo: pero ella está en la flor de la edad. Las niñas se acercaron y tímidamente dijeron “hola”, que provoco que la bruja cayera de espalda. Inmediatamente se repuso y se acerco a las niñas que huían gritando “no nos mate, no nos mate”.
Los días siguientes, las niñas tomaron otro camino para ir a la escuela, uno que las libraba de pasar por la casa de la “bruja”. Pero como Beatriz era una niña curiosa y persistente volvió a proponerle a Rafaela a ir a la casa de la bruja. Esta vez fueron más cautelosas. Llegaron a la casa cantando para conseguir así que la “bruja” las oyera llegar, la señora las espero en la puerta de la casa.
Y cuando las niñas ya estaban a pocos metros de la puerta, se armaron de coraje y Rafaela le dijo: le hemos traído unas naranjas que hemos recogido de mi casa. Eso le levanto el ánimo y la señora dejo ver sus dientes blanquísimos y se acerco a las niñas con suma bondad, les agradeció profundamente por el obsequio y las invito a pasar.
A Beatriz le resulto sumamente extraño que las tratara con semejante amabilidad pero de igual manera tomo confianza y entro a la casa.
Cuando llego la hora de despedirse, después de haber pasado varias horas en compañía de la señora las niñas le preguntaron
-¿Por qué todos la llaman la bruja si usted es una señora buena?
- la gente siempre tiene razones para no querer y discriminar a los que intentamos vivir de manera diferente.
Cuando las niñas se estaban marchando la anciana con la mirada envejecida les dijo. No crean todo lo que las personas dicen sin conocer a los demás, y no desperdicien el tiempo en vano aprovéchenlo, el tiempo es oro.
Las niñas respondieron diciendo muchas gracias nos ilumino sus consejos.
- volverán a visitarme ¿verdad?
- sí, vendremos todos los días al regresar del colegio-
No revelen nuestro secreto. Seremos amigas en este patiecito pero para los de afuera seguiré siéndola bruja.

Aunque las niñas no entendieron las razones nunca revelaron su secreto.
                                             
                                                                                                                 Autora: Andrea Lòpez 

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